domingo, 24 de abril de 2011

"Legion"


ARTE ABSTRACTO DE YUCATÁN

Luis Rius Caso


De lo general a lo particular; de lo universal (hoy diríamos mundial, global) a lo local, la pintura abstracta puede ser una sola gran historia o puede ser múltiples historias, conectadas entre sí como vasos comunicantes. Cuando existen fundamentos, cuando las obras lo verifican, las tradiciones locales (microhistóricas, sinecdóticas) ofrecen la posibilidad de entrar y salir a las grandes historias, y de abrirse o replegarse según sea el gusto, la necesidad, los motivos de la búsqueda. El abanico de opciones es amplio y permite el juego táctico o estratégico; ser periféricos cuando conviene (prevenir los arrebatos homogeneizadores de la aldea global), o centrales, cuando las condiciones son apropiadas para mostrar, justamente, esa centralidad (tal como sucede con esta exposición en el magnífico Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, en la cidad de Zacatecas).

La gran obra de Fernando García Ponce juega por sí sola, es autónoma, funciona hacia dentro de sí misma y de su propio devenir, pero también dialoga con Schwitters, con el arte abstracto europeo, con la notable tradición del arte abstracto mexicano, con los importantes exponentes de esa tradición en Mérida. Yucatán, con diversos referentes internacionales de diversos tiempos… En su interacción con estos, los confirma a la vez que se confirma, en un inquietante intercambio recursivo, apreciable desde la óptica posmoderna. Schwitters no sería el gran autor si no tuviera grandes artistas que lo confirmen como influencia importante (como sucede con los artistas límite, digamos), y a la vez, García Ponce no sería el artista innovador de no haberse nutrido de referencias que vienen del arte y que asimiló (como Schwiters) hasta el punto de distinguirse claramente de éstas.

También la obra del maestro Gabriel Ramírez es rica y prolija en cuanto a las conexiones que ofrece (arbóreas y rizomáticas) y también, desde una permanente centralidad móvil que se asume como iniciática al menos en dos escenarios: en el de la llamada ruptura del arte mexicano de mediados de siglo XX, y el de la tradición yucateca del arte abstracto.

Esta tradición se ha reivindicado como tal con la trayectoria de artistas tan destacados como Eduardo Ortegón, Manuel González, Ralph Walter y Pilar Cámara, quienes han transitado desde o hacia la abstracción por caminos diferentes; sea a partir de investigaciones de espacios, formas y volúmenes bien definidos, en el primer caso, o de planteamientos asociables a la geometría sensible, al lirismo gestual y descriptivo, y a la expresión matérica, respectivamente.

Otros exponentes han continuado y enriquecido la tradición abstracta, a veces fusionándola con una semi o nueva figuración, de diversos grados de iconicidad, pero centrando el tema o asunto de la obra en enfrentar problemas que atañen a la pintura abstracta; estos son, en lo fundamental,, de composición, forma, espacio, materia y color. El abanico es muy amplio y comprende desde el alegre y vibrante barroquismo de Roy Sobrino o el fino registro subjetivo y topográfico de Paloma Menéndez o las derivaciones indexales (de su propia obra) de Ariel Guzmán, hasta el rico abigarramiento de Celina Fernández o los acentos también cromáticos de Stephanie Schikora o las inquietantes investigaciones de colores opacos y gastados de Brenda López, pasando por la abstracción libre de Benjamín Ramírez, la solidez de Carlos Carbajo, la gestualidad de Gabriel Marní o las composiciones en tierras y sombras de Francisco Barajas, entre los 27 pintores que integran esta exposición.

La presencia de escultores, fotógrafos e instalacionistas amplía el horizonte temático de esta muestra, que contempla así aportaciones de primer orden como las que ofrecen Gerda Gruber y Rosario Guillermo, además de las de otros artistas tridimensionales de sólida trayectoria, como Marcela Díaz, Beatriz Castillo, Juan Pablo Mier y Terán y Octavio Peniche. Asimismo, destacan la versatilidad de Federico Espinosa “Chacpol”, con su gratificante pintura digital, y las fotografías de Bárbara McClatchie, Andrew Xenios Humberto Suaste y Jean Baptiste Cotonea. Las instalaciones de Alonso Maza y de la notabilísima artista del barro Katrin Schikora, cierran un conjunto que demuestra que la vigencia de una determinada tendencia en el arte, depende de la calidad de sus exponentes así como de los conceptos curatoriales que la construyan y resignifiquen, en contextos cada vez más complejos como los que determinan nuestra contemporaneidad.

El arte abstracto de Yucatán ha sido una constante en el panorama moderno y contemporáneo de Yucatán debido, como hemos visto, a la calidad de sus exponentes. Habría que añadir a la capacidad docente de algunos notables artistas, y a la fuerza de ellos y de otros como referentes al interior y también al exterior del contexto meridiano. No se trata de una escuela ni de algún movimiento integrado artificialmente para vender una imagen local (como ha ocurrido, con éxito, en otras experiencias) ni de una propuesta curatorial única. Creo que su persistencia se debe a los referidos elementos internos y a una particularidad que ofrecen Yucatán y en especial Mérida como lugar de arraigo de artistas de diversas procedencias, que encuentran condiciones para continuar trabajando en una línea que con el paso del tiempo y con la crísis progresiva del logocentrismo, ha demostrado ser una de las posibilidades más claras de un arte humanizado, contrariamente a lo que hubiera sospechado Ortega y Gasset.

Yo participo con la instalacion abstracta "Legion"
madera, pintura acrilica y taketes y tormillos de acero.
300 x 300 cts.
empotrado en la pared.
Alonso Maza 2011

Legion: en esta pieza mezclo iconografias simples de el pentagono ( centro de inteligencia militar de USA) y la cruz catolica ala cual defiende.
un icono simplificado ke a la vez deja mucho en ke pensarsobre las responsabilidades tomadas por los gringos sobre la conducta social y moral mundial. Maza





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